Encuentran anomalías cerebrales en pacientes de fatiga crónica

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Jueves, 27 noviembre 2014

Encuentran anomalías cerebrales en pacientes de fatiga crónica

No es infrecuente para los pacientes del síndrome de fatiga crónica afrontar varios diagnósticos incorrectos de su afección, o incluso sospechas de padecer simplemente hipocondría (preocupación constante y obsesiva por su salud) o hasta de fingir malestar para lograr que el médico les firme bajas laborales. A menudo tienen que dar un largo recorrido por el circuito de la sanidad antes de poder recibir un diagnóstico acertado de síndrome de fatiga crónica.

Un hallazgo hecho por unos científicos de la Universidad de Stanford en California, Estados Unidos, podría llevar a un diagnóstico más definitivo del síndrome, ahorrando no pocas vicisitudes a los pacientes, y podría también señalar un posible mecanismo subyacente en el proceso de desarrollo de la enfermedad.

Usando una combinación de tres técnicas sofisticadas de captación de imágenes del interior del cerebro, el equipo de los doctores Michael Zeineh y José Montoya ha descubierto que los cerebros de los pacientes de síndrome de fatiga crónica se diferencian de los de los sujetos sanos en al menos tres vías distintas. Los cerebros de los pacientes con el síndrome presentan disminuciones generales de materia blanca, en comparación con las personas sin el síndrome pero de la misma edad y género, y anomalías de dicha materia blanca en el hemisferio derecho de su cerebro. La materia blanca esencialmente consiste en las conexiones entre células cerebrales.

El primer hallazgo no fue del todo inesperado. Se cree que el síndrome de fatiga crónica está asociado a inflamación crónica. La inflamación, al mismo tiempo, es conocida por sus efectos nocivos sobre la materia blanca.

Pero el segundo hallazgo, el de las anomalías de materia blanca en el hemisferio derecho, fue totalmente inesperado. Esas anomalías son muy específicas. Una de ellas aparece en una parte concreta del haz de fibras nerviosas en el hemisferio derecho de los cerebros de pacientes de síndrome de fatiga crónica. Este haz, que conecta dos partes del cerebro llamadas lóbulo frontal y lóbulo temporal, se denomina fascículo arqueado derecho, y en los pacientes de síndrome de fatiga crónica examinados asumía una apariencia anormal.

[Img #23754] En el estudio se han encontrado anomalías cerebrales en pacientes con síndrome de fatiga crónica. En la ilustración, una neurona. (Imagen: Amazings / NCYT / JMC)

Además, había una correlación bastante fuerte entre el grado de anormalidad en el fascículo arqueado derecho de un paciente de síndrome de fatiga crónica y el nivel de severidad del trastorno de este.

El tercer hallazgo reforzó estas observaciones: un espesamiento de la materia gris en las dos áreas del cerebro conectadas por el fascículo arqueado derecho en los pacientes de síndrome de fatiga crónica, en comparación con los sujetos sanos de referencia (grupo de control).

Las áreas de materia gris se especializan en procesar información, y esta se transmite de unas a otras a través del “cableado” aportado por la materia blanca.

El síndrome de fatiga crónica afecta a millones de personas en todo el mundo. Solo en Estados Unidos, la cifra calculada es de entre 1 millón y 4 millones de personas. Si bien los pacientes de esta dolencia comparten un síntoma común (una fatiga aplastante y que no remite, persistiendo durante meses o incluso años), los síntomas adicionales pueden variar de uno a otro, y a menudo se superponen con los de otros padecimientos. Sus síntomas a menudo incluyen no solo una fatiga abrumadora sino también dolor muscular y en las articulaciones, jaquecas, intolerancia alimentaria, garganta dolorida, agrandamiento inadecuado de los nódulos linfáticos, problemas gastrointestinales, presión sanguínea anormal, trastornos del ritmo cardiaco, e hipersensibilidad a la luz, al ruido y a otras sensaciones.

La combinación de síntomas puede incapacitar al paciente para trabajar y llevar una vida razonablemente normal durante periodos tan largos como 10, 20 e incluso 30 años, tal como explica Montoya, que ha estado haciendo un seguimiento médico de 200 pacientes de síndrome de fatiga crónica durante varios años, en un esfuerzo por identificar los mecanismos subyacentes en el síndrome. Él espera que los nuevos hallazgos aceleren el desarrollo de tratamientos más efectivos que los que existen ahora.

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